La llamita oculta

Existe siempre durante el acto de leer un momento, intenso y plácido a la vez, en el que la lectura se trasciende a sí misma, y en el que, por distintos caminos, el lector, descubriéndose en lo que lee, abandona el libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser que la lectura le ha revelado: desde cualquier punto, próximo o remoto, del tiempo o del espacio, lo escrito llega para avivar la llamita oculta de algo que, sin él saberlo tal vez, ardía ya en el lector. Juan José Saer

sábado, 10 de abril de 2010

Siento la poesía como la religión final de los hombres, aquella que sin autoritarismos, sin dioses ni estructuras, nos deja solos, admirando lo creado


Inesperado

Siempre es igual.
Hay un reflujo
una letanía casi permanente.

Carencia de fe en lo cotidiano.
Se percibe la falta de motivos,
aquello que siempre está
se ha ausentado.

En ese momento
y no en otro
ocurre lo inesperado.

Puede que sea una sorpresa
o una suerte que esconda una catástrofe.

No lo sé,
y quizás no importa.
El destino tiene mil formas
de hacernos saber
quien tensa los hilos.


Devorar

La ciudad respira.
Observo con detalle
uno a uno
cada rostro.

No serán devorados,
esta vez,
vertiginosamente.

Rastrearé
huecos y claves,
horas y días.

La ciudad es una suma de rostros
no necesita de vientos ni de tempestades.

Sólo suspiros,
una mirada atenta.

Una melodía.


Azar


A veces la vida se preserva.
El azar brilla en cada esquina
sólo una mirada muy clara
quizás
descubra las claves.

Es necesario haber sentido
la falta de piso
y no decaer.

Una flor se marchita, claro,
un pétalo vuela
nadie se atreve con él.

Entre todas las vidas
hay muchas que parecen nimias.
Pero hay una elegida
es esta.

Reglas


Su tragedia fue no aceptar
las reglas de su tiempo.

Alguien lo cuidó
y aún vive.

Ya sabe lo que nunca será
sólo le queda disfrutar
de su medio camino.

Es más de lo que esperaba
y menos
de lo que hubiera querido.


Plan

Mi plan es derretirme,
no oponerme ni medirme a cada instante,
no sentirme desprotegido ni cautivo.

Mi plan es deleitarme,
embarrarme de ser necesario
estar limpio en el momento adecuado.

Mi plan es protegerme
no burlar mis propias defensas,
seguir mi raro camino
siendo uno más, casi un niño.

Mi plan es callarme.


Radar

Por fuera
es el mismo día.
O la misma noche.

Sin causa aparente
retardo mi radar.
Indagando en rostros y balcones,
disfrutando como todo
se articula merecidamente.

Me propongo
atrapar este paréntesis.
Revivir lo intenso
en mi cerebro.

Hacer la necesaria pausa
y reír como sólo ríen los cuerdos.



Siento la poesía como la religión final de los hombres, aquella que sin autoritarismos, sin dioses ni estructuras, nos deja solos, admirando lo creado.


Jorge Santkovsky


martes, 9 de marzo de 2010

Podríamos vislumbrar un gato deslizándose bajo un coche, pero en realidad este hecho no se produce.

La calle

Trabajos Prácticos (fragmento)


Descifrar un trozo de ciudad. Sus circuitos: ¿por qué los autobuses van de tal a tal sitio? ¿Quién elige los itinerarios, y en función de qué? Acordarse de que el trayecto de un autobús parisiense intra-muros está definido por un número de dos cifras, de las que la primera hace referencia a la parada central y la segunda a la periférica. Encontrar ejemplos, encontrar excepciones: todos los autobuses cuyo número comienza por la cifra 2 parten de la estación del Este; todos los autobuses cuyo número termina con un 2 llegan grosso modo hasta el distrito 16 o hasta Bologne. (Antes se usaban letras: la S, que tánto le gustaba a Queneau, ahora es el 84; conmoverse con el recuerdo de los autobuses de plataforma, la forma de los billetes, el cobrador con su maquinita sujeta a la cintura...)

La gente en la calle: ¿de dónde vienen? ¿a dónde van? ¿quiénes son?
Gente con prisa. Gente sin prisa. Paquetes. Gente prudente que ha sacado el impermeable. Perros: son los únicos animales visibles. No se ven pájaros -sin embargo sabemos que hay pájaros- tampoco se les oye. Podríamos vislumbrar un gato deslizándose bajo un coche, pero en realidad este hecho no se produce.

Total, que no pasa nada.


Georges Perec

El problema no es tanto el de saber cómo hemos llegado, sino simplemente reconocer que hemos llegado, que estamos aquí

Prólogo (fragmento)

Lo que es seguro en todo caso, es que en una época, sin duda demasiado lejana como para que alguien de nosotros haya guardado un recuerdo suficientemente preciso, no había nada de esto: ni pasillos, ni jardines, ni ciudades, ni campos. El problema no es tanto el de saber cómo hemos llegado, sino simplemente reconocer que hemos llegado, que estamos aquí: no hay un espacio, un bello espacio, un bello espacio alrededor, un bello espacio alrededor de nosotros, hay cantidad de pequeños trozos de espacios, y uno de esos trozos es un pasillo de metropolitano, y otro de esos trozos es un jardín público; otro (aquí entramos rápidamente en espacios mucho más particularizados), de talla más bien modesta en su origen, ha conseguido dimensiones colosales y ha terminado siendo París, mientras que un espacio vecino, no menos dotado en principio, se ha contentado con ser Pontoise.



Georges Perec

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Qué es apropiarse de un sitio?

3

Vivir en una habitación ¿qué es? Vivir en un sitio ¿es apropiárselo? ¿Qué es apropiarse de un sitio? ¿A partir de qué momento un sitio es verdaderamente de uno? ¿Cuando se han puesto a remojo los tres pares de calcetines en un barreño de plástico rosa? ¿Cuando se han recalentado unos espaguetis en un camping-gas? ¿Cuándo se han utilizado todas las perchas descabaladas del guardarropa? ¿Cuando se ha clavado en la pared una vieja postal que representa el sueño de Santa Úrsula de Carpaccio? ¿Cuándo se han experimentado allí las ansias de la espera, o las exaltaciones de la pasión, o los tormentos del dolor de muelas? ¿Cuando se han vestido las ventanas con cortinas al gusto y colocado el papel pintado y acuchillado el parquet?


Georges Perec

domingo, 7 de marzo de 2010

Yo también vivo arriba...y hasta siento y pienso como algo que está solo, absolutamente aislado y no tiene raíz

Treinta segundos de ingravidez

Yo sabía que las ramas
arriba llevan una vida más libre,
absolutamente aislada, casi abstracta;
pero ahora es distinto, yo también vivo arriba,
mi cabeza y los hombros se pierden
entre las hojas más altas
y hasta siento y pienso como algo
que está solo, absolutamente aislado
y no tiene raíz.

Daniel G. Helder

jueves, 4 de marzo de 2010

Una chinche aplastada y una clamorosa colisión en la cabellera de Andrómeda

ASTROLOGÍA


En un punto del universo ha estallado una estrella
y simultáneamente el equilibrio químico
se turba desconcertado en una célula de mi vecino.
De este modo el cáncer se instala del otro lado de la pared.
Si tengo una estrella para mí, por el momento
brilla estáticamente sostenida,
hasta que alguna mutación en su vientre llameante
determine un coágulo en mi historia personal.
No es que crea mucho en estas relaciones,
en el lenguaje prefigurado que torna dramáticas las constelaciones
Creo sí en el deterioro universal,
en las fallas del mecanismo que no entraron en la cabeza de Kepler,
en el movimiento falso del músculo
en la cláusula ambigua del tratado de paz:
dones de un mismo reino donde las proporciones son apenas un accidente
y la falta de sentido y de fidelidad lo único serio;
piedras en la vesícula, explosiones en el sol,
una chinche aplastada y una clamorosa colisión en la cabellera de Andrómeda.


Joaquín O. Gianuzzi

¿Cómo pudimos/ saltar sobre el abismo/ puesto el pie sobre el pecho del primate/ yo y señores ilustres condecorados entre sí?

Antropología

Con buena voluntad y concentrada
imaginación y algo de historia,
uno podría rescatar
del chimpancé que hay en el zoológico,
digamos a partir de la profundidad
de su estática frente,
una especie de paraíso original.
Mientras aquí, desde este lado avanza
una curiosidad venenosa,
desde el otro dominio
perpetuamente inmóvil
y vuelto hacia sí mismo sin esfuerzo,
el reino inmutable apenas abre
una ventana indiferente
para alimentar su propia música
y las flores monstruosas
que Adán contempló desde su fétida caverna.
Como un vago recuerdo de esa región clamorosa
tengo algunas preguntas. ¿Qué hice yo
para alcanzar esta vida,
este supuesto conocimiento
que mantuvo el terror y logró conciencia?
¿Cómo pudimos
saltar sobre el abismo
puesto el pie sobre el pecho del primate
yo y señores ilustres condecorados entre sí?

Joaquín O. Gianuzzi (1924-2004, Buenos Aires)

Poemas 1958-1995, Joaquín O. Gianuzzi, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1995.