La llamita oculta

Existe siempre durante el acto de leer un momento, intenso y plácido a la vez, en el que la lectura se trasciende a sí misma, y en el que, por distintos caminos, el lector, descubriéndose en lo que lee, abandona el libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser que la lectura le ha revelado: desde cualquier punto, próximo o remoto, del tiempo o del espacio, lo escrito llega para avivar la llamita oculta de algo que, sin él saberlo tal vez, ardía ya en el lector. Juan José Saer

martes, 23 de febrero de 2010

¿Puedes tú, sin ningún artificio, beber así en la estrella sin dejar el planeta?

ME PREGUNTAS...

Me preguntas si vive de veras un poeta
y piensas que has tocado la llaga de mi oficio...
Mírame. ¿Puedes tú, sin ningún artificio,
beber así en la estrella sin dejar el planeta?

Las rimas, palpitantes, me las da el universo.
Por ejemplo: me gusta la palabra colina,
y siempre que la canto, deja una golondrina
sobre mi vos su nombre, con giro azul de verso.

Yo te digo: Se vive más hondo en la poesía.
Ya ves, soy nada menos que un corazón sin fin,
un corazón sangrante, con sangre de violín,
que vuela sin soltar su sombra todavía.

Y -¿oyes?- tengo una alondra sonando en mi bolsillo;
puedo tañer los ángeles que pueblan la mañana,
y estoy cerca de todo y a la vez muy lejana,
con esa claridad que en la noche es el grillo



Amelia Biagioni