La llamita oculta

Existe siempre durante el acto de leer un momento, intenso y plácido a la vez, en el que la lectura se trasciende a sí misma, y en el que, por distintos caminos, el lector, descubriéndose en lo que lee, abandona el libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser que la lectura le ha revelado: desde cualquier punto, próximo o remoto, del tiempo o del espacio, lo escrito llega para avivar la llamita oculta de algo que, sin él saberlo tal vez, ardía ya en el lector. Juan José Saer

jueves, 4 de marzo de 2010

No se trata de flores ni de gatos sino de tantear piedras, ver si alguna es la filosofal de toque para cambiar nuestro mundo

Tras la llave


¿Quién va? ¿Quién anda?
Díganme quién es y de dónde va a dónde
ese que ante mi puerta pasa a
ser feliz o inmensamente
andar entre los que no aciertan una.

Pregunto e insisto porque anda ese hombre
con la lengua afuera por cansancio y sed
y yo corro igual ante espejismos. Buscamos
lo que jamás de los jamases, pero.

Esto es porque andamos
de modo picaflor en flores mientras
los gatos acechan. Miento,
no se trata de flores ni de gatos
sino de tantear piedras, ver si alguna
es la filosofal de toque para
cambiar nuestro mundo.
Y es mejor no decir más porque estamos
golpeando puertas del horizonte
con la cabeza y nos rebota, pelota,
sin que podamos agarrar la llave.


Jorge Leonidas Escudero